Cuando pensamos en Peter Pan solemos recordar la película animada de Disney o quizás en Robin Williams interpretándolo y peleando contra Capitán Garfio. Sin embargo, en los últimos años se ha disparado el síndrome de Peter Pan. Así como en la historia original Peter Pan pertenecía a un mundo donde no se envejecía, el síndrome es algo similar, sólo que mentalmente.
Que es el síndrome de Peter pan
Fue en la década de los 80’s cuando el psicólogo Dan Kiley documentó que algunos de sus pacientes se negaban a aceptar las responsabilidades que acarrea la adultez. El síndrome de Peter Pan se define como el conjunto de características que sufre una persona que se queda en una etapa casi adolescente y que se niega a aceptar las responsabilidades y roles naturales a las que una persona se enfrenta cuando crece: como los roles de ser padre, pareja, independencia económica.
Desde la investigación del doctor Kiley hasta nuestros tiempos, el síndrome se ha ido popularizando y es una tendencia que se presenta más en los hombres y en la generación milenial. Se asocia, principalmente con problemas de inseguridad y autoestima que imposibilitan a quien lo padece a proporcionar seguridad a las personas de su círculo social, creando dificultades para relacionarse socialmente.
Pero ¿cómo salir de esta condición?
1. Reconocerlo
Como todo, el primer paso es reconocerlo. En muchas ocasiones ese reconocimiento va a tener que venir de fuera: de las personas que te quieren y se preocupan por ti. Si tú eres el que lo padece, trata de hace exámenes de autoconciencia sobre cómo afectas a tus seres queridos y toma abiertamente las críticas que te hacen de forma constructiva. Si una de las personas que conoces lo padece, tienes que tener tacto para decírselo sin que se cierre emocionalmente.
2. La virtud de ser adulto
Muchos de los casos del síndrome de Peter Pan tienen como denominador común la idealización de la infancia/adolescencia. Trata de ver que ser adulto es un proceso natural que también vale la pena ser experimentado: desde la independencia económica hasta la alegría que supone tener relaciones emocionales estables con la pareja, los hijos y los amigos.
3. Generar más empatía
El paciente del síndrome de Peter Pan generalmente es egocéntrico y narcisista. Generar empatía por otras personas, sus problemas, lo que tienen que decir, es una buena forma de madurar.
4. Ser adulto no significa perder la alegría
Muchos se escudan en que la adultez es aburrida, pesada, gris. Sin embargo, no tiene porqué ser así. Crecer no significa dejar de lado tu personalidad juvenil, la chispa de tu carácter o dejar de hacer cosas que antes hacías (como jugar videojuegos, ir al cine, salir a bailar). Simplemente ser adulto te permite redondear y complejizar la experiencia humana.
5. Alimentar positivamente el autoestima
Parte de los por qués las personas sufren del Síndrome de Peter Pan es porque tienen un autoestima muy frágil y no se sienten capacitados para desarrollarse en ambientes adultos. Es importante potenciar su autoestima y confianza, reforzar sus aptitudes y actitudes para que vea que sí puede hacerlo.