Explicar la verdadera razón del porque nos enamoramos puede resultarnos un tanto complicado. Podríamos hablar de lo que sentimos en nuestro cuerpo; aparentemente estamos de mejor humor, sentimos las “maripositas” en el estómago, tenemos mucha ilusión con esta nueva persona que llega a nuestras vidas y un sin fin de sensaciones nuevas, pero, ¿por qué?
La ciencia se ha encargado de poner al descubierto esta y muchas interrogantes más, aunque hemos de confesar es un poco más racional de lo que podrías esperar.
Con mucha frecuencia escuchamos que los científicos dicen que el amor es solo un procedimiento natural que se da entre pares humanos con el objetivo primordial de “preservar y reproducir la especie”. Es decir, de la misma forma en que ocurre en todo el Reino Animal.
¿Por qué nos enamoramos?
Una respuesta a la pregunta de por qué nos enamoramos y cómo lo hacemos, considera la existencia de la llamada “química del amor”, que antepone el hecho de que “el cerebro es el que manda” y no el corazón.
Esta teoría señala que el cerebro humano está configurado para favorecer el vínculo entre pares. Cuando las personas se enamoran, entran en un estado de “limerencia”, una forma elegante de decir “enamoramiento u obsesión”. Esto sucede porque nuestros cerebros y hormonas se vuelven “salvajes” cuando se enfrentan a un interés amoroso sincero.
Está comprobado que cuando estamos en compañía del ser querido, el cerebro produce más serotonina, lo que nos provoca una sensación de bienestar. Producimos más endorfinas, que son analgésicos naturales, y más dopamina, lo que aumenta el placer. Esta agradable sensación es una recompensa que nos hace querer más, según la ciencia.
Ahora bien, las reacciones hormonales no se limitan al amor romántico en una pareja. El contemplar u observar imágenes de belleza, de arte, de naturaleza, a un ser querido o incluso a la consentida mascota, puede hacernos sentir relajados o producir emociones amorosas, liberando oxitocina en el torrente sanguíneo. Por ello la oxitocina se considera como la “hormona del amor”.
Pero, ¿cómo se logra encontrar el amor? La respuesta a esta cuestión tampoco es fácil de establecer. No solo es atinarle al “flechazo”. La psicología dice que, para encontrar el amor, primero debemos ser capaces de dar amor, y debemos tener este amor para dar dentro de nosotros mismos. Así, la capacidad o la intención para el amor se proyecta y otras personas lo notan. Es como ponerse en exhibición en el mercado, para atraer a la pareja. Si alguien no es capaz de hacerlo, de manera natural repele posibles intereses amorosos. Es decir, se proyecta un mensaje de inseguridad que clama por amor.
“Cuanto más busca la persona solitaria el amor, más se le escapa. Cuanto más necesitados aparecen, menos posibilidades hay de que alguien entre en sus vidas para satisfacer esas necesidades”, ha dicho el Dr. Nicki Nance, un psicoterapeuta del Beacon College en Florida, estudioso del tema, quien recomienda que es fundamental “amarse a sí mismos”.
Para que mezcles bien la química
No está de más saber algunos datos sobre la “química del amor”, esa sensación de que “nos enamoramos” de alguien.
Es un conjunto de emociones en donde hay descargas neuronales (electricidad) y hormonales (sustancias químicas como dopamina, norepinefrina y serotonina), además de ácidos, gases y olores.
Todos ellos se mezclan creando una revolución interna que convierte lo racional en irracional, la prudencia en torpeza y la serenidad en nerviosismo. Son reacciones que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
Al parecer, los hombres son más susceptibles al efecto de las sustancias asociadas al amor. Se enamoran más fácilmente que las mujeres.
Cuandos nos enamoramos se produce en el cerebro la Feniletilamina, un compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas que tiene la capacidad de aumentar la energía física y la lucidez.
El cerebro responde a tal compuesto con la secreción de dopamina (que inhibe el apetito), norepinefrina y oxitocina, provocando que los enamorados puedan permanecer horas coqueteándose, haciendo el amor o conversando sin sensación alguna de cansancio o sueño.
Estos compuestos ayudan a forjar lazos permanentes entre la pareja tras la primera oleada de emoción y hasta fortalecen el sistema inmunológico. A las personas que tienen menos receptores cerebrales de los que se necesitan para recibir la oxitocina, se les dificulta establecer lazos permanentes con su pareja.
Por Angélica Sotelo.