La psicología define a la culpa como una “emoción humana” que por el perfil negativo que le hemos atribuido a lo largo del tiempo, nos hace sentir mal de muchas maneras.
La ciencia que estudia este tipo de emociones cree que es un “sentimiento de responsabilidad” por algo malo o equivocado que hicimos, y que todos sentimos culpa en un momento u otro de nuestras vidas.
Ese molesto e inquietante sentimiento se puede transformar fácilmente en sufrimiento moral o emocional, en tristeza o depresión y en auto castigo destructivo, pasando por la vergüenza y la auto compasión.
Y es que el peso de su origen suele ser muy poderoso: estar convencidos de que hemos roto ciertas normas o significados que eran inviolables, tanto personales como sociales, de carácter ético, natural, religioso, sexual, existencial o moral.
¡Compasión por favor!
Si de algo están seguros los psicólogos es que la culpa tiene varias fuentes. Por ejemplo, puede aparecer al pensar que has hecho algo malo, que le has causado daño a alguien o que no hiciste nada cuando debías haber actuado frente a una situación determinada.
Aunque parezca algo raro, la culpa también puede surgir de una sensación de que has tenido éxito cuando otros han fracasado. Pero no siempre es un sentimiento negativo, pues se sabe que contribuye a valorar el arrepentimiento y los sentimientos de empatía.
Claro que, cuando no ayuda a cambiar conductas y se convierte en un círculo vicioso de “culpa-vergüenza”, es cuando la psicología nos pide tener un poco de compasión con nosotros mismos.
Claves anti culpa
La autora Elsa Punset, en su “Libro de las pequeñas revoluciones”, comparte algunas rutinas para ayudar a las personas a liberarse del sentimiento de culpa y de los remordimientos.
Las observaciones de Punset incluyen ejercicios prácticos que te pueden ayudar a no sentir culpa.
1. Escribe una carta.
Como las cargas emocionales son negativas, lo primero es superarlas. El ejercicio es escribir en una carta todas tus preocupaciones, detalladamente. Es una forma de expulsar las emociones negativas fuera de la mente y el cuerpo.
Es importante identificar las emociones con las que te despiertas cada mañana. El ejercicio es anotar una lista y luego tachar de ella las que consideres que son negativas, pero sobre todo las que no dependen de ti.
2. No le des vueltas.
Si tienes la obsesión de revivir una y otra vez las situaciones negativas que te han sucedido, tu mente reforzará el sentimiento de culpa y los remordimientos. Tu ejercicio es dedicar 15 minutos al día a estos pensamientos negativos. ¿Cómo? Cierra los ojos y empieza a repasar cada tema con una perspectiva constructiva (si algo te pasara otra vez, ¿cómo reaccionarías?). Luego sigue adelante y no vulvas a pensar en esos sentimientos.
3. Valora los pros y los contras.
Es importante aprender a “aceptar” lo inevitable, pues es una forma poderosa de enfrentar las situaciones difíciles. El ejercicio consiste en identificar lo que te molesta o te preocupa, escribiendo los pros y los contras que tendría el aceptarlos en tu vida.
4. Encierra las expectativas.
Hemos escuchado que las expectativas son una de las enfermedades de nuestro tiempo, así que como ejercicio imagina una caja en tu cabeza con la etiqueta “Expectativas”. Cuando sientas la tentación de lamentarte por las cosas que podían haber sido diferentes, mételas mentalmente en esa caja. Si te cuesta imaginar, dibuja la caja y escribe en ella las expectativas que te están haciendo daño.